La noche se desvanece al caminar de las horas, pero el
terror se encarna, la angustia se apodera del silencio, parece que la sangre
deja de circular y, finalmente, la realidad, nos damos cuenta de nuestra falsa
libertad, pues el temor aprisiona nuestro corazón.
Poe, página tras página, cuento tras cuento, generación
tras generación, ha hecho palidecer, ha convertido sus palabras en terrores que
no discriminan edad ni horario.
Perturbadoras, al igual que fascinantes, las reflexiones
a las que nos ha orillado este prolífico escritor que Boston vio nacer; apoyado
, también, de sus inmortales personajes, y claro, “La máscara de la muerte
roja” no es la excepción.
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