jueves, 3 de septiembre de 2020

México, a bordo de la tendencia prohibicionista en el marco de los Derechos Humanos.




Por Jorge Herrera Moreno

En materia de Derechos Humanos, el mundo, en su historia moderna y contemporánea, recurrentemente plasma sinónimos cómodos a la lucha social en la promoción y defensa de Derechos Humanos, cuando hablamos de su “conquista” usualmente pensamos, porque así se nos ha hecho ver, en un movimiento de cambios necesarios, de progreso, de evolución producto mismo del dinamismo social, realmente las conquistas en el derecho son producto de conquistas sociales previas, y es en ese momento cuando la norma, el orden preestablecido, cambia y se adecua porque así lo necesita; usualmente son estos cambios los que perduran en el tiempo porque son respuestas naturales y congruentes de la vida misma en sociedad, y el ritmo al que se producen estas transformaciones son en un ritmo “perfecto”, es una escala de notas congruente, la melodía no se desfasa, pues es la sociedad misma la que interpreta y dirige esa obra maestra sinfónica. Sin embargo, existe otra manera de integración de Derechos Humanos, una “menos natural”, una contraria al desarrollo mismo de la sociedad, la cual está dotada de sinónimos menos bondadosos, una lucha impuesta a la propia ciudadanía, este cambio nace en el derecho y es prohibitivo para la sociedad, se trata de un ritmo “defectuoso”, de notas incongruentes porque se desfasa de las exigencias ciudadanas, la sociedad la interpreta pero es el Estado el que dirige ese intento de sinfonía que termina convirtiéndose solo en un estrepitoso ruido, estas transformaciones no suelen ser tan exitosas en su paso por el tiempo mismo.

Un ejemplo notable y conocido de cambios impuestos en la historia moderna para el reconocimiento de Derechos Humanos, fue el proyecto de abolición de la esclavitud en los Estados Unidos de América iniciado en 1863, a través de la proclamación de la emancipación y culminado en 1870 por disposición de la aprobada decimoquinta enmienda. Así, a través de una prohibición, se dio vida al reconocimiento y defensa al Derecho Humano a la libertad de las “personas de color”, pero al haber sido un cambio impuesto a la “sociedad blanca” comenzó la segregación racial que tanto aqueja a la vida ciudadana del país vecino en comento. Este caso es un perfecto ejemplo, por las consecuencias que genera, de los cambios rápidos y sobre todo impuestos que tiene como efecto colateral la conquista “prohibicionista” de Derechos Humanos.

En México, a través de una sociedad pluricultural existente y sobre todo ideologías ciudadanas polarizadas manifiestas, el Estado ha encontrado, como respuesta a “aparentes necesidades sociales” la conquista de Derechos Humanos a través de transformaciones impuestas para la sociedad, muchos podrían ser los ejemplos de reconocimiento y defensa de Derechos Humanos a grupos vulnerables en los que una aparente mayoría ciudadana está en desacuerdo, sin embargo, este autor considera, que muchos de estos cambios se impulsaron y se siguen impulsando en la agenda ciudadana de grupos minoritarios, que a través de mecanismos estatales logran su eventual conquista e imposición (respecto de la mayoría ciudadana en desacuerdo) en esa lucha constante que representa el respeto a la esfera de Derechos Humanos de distintas personas. Hoy un ejemplo claro de imposición del Estado respecto de la defensa de Derechos Humanos, lo encontramos en el Derecho a la Alimentación y a la Salud, los cuales se encuentran expresos en el artículo 4° constitucional, situación que actualmente ha generado debate por las políticas públicas en la materia que el actual gobierno, en específico los Congresos Locales y ahora el Congreso Federal plantean, los primeros, los Congresos del Estado de Oaxaca y Tabasco, a través de la prohibición expresa en la Ley de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del estado sobre la venta de bebidas azucaradas y alimentos “chatarra” a menores y actualmente el Congreso Federal a través de la iniciativa de reforma propuesta este 1 de septiembre de 2020 al Impuesto Especial a la Producción y Servicios (IEPS), como un ejemplo particular de la iniciativa se propone el aumento del 25% al valor de venta de los refrescos. Sin entrar en más detalle, ambos ejemplos, uno de prohibición expresa y otro de generar condiciones económicas “prohibitivas” para el consumo de estos alimentos, el Estado piensa imponer la protección y defensa del Derecho Humano a la Alimentación y a la Salud, sin embargo este cambio que pugna por el desarrollo de los Derechos Humanos en mención, no han sido impulsados por la sociedad misma, se han dado de manera indirecta por nuestros representantes en las diversas cámaras legislativas, lo cual difícilmente tendrá un efecto armonizador en la sociedad, pues la ciudadanía no ha buscado este desarrollo y cambio en los Derechos Humanos en cuestión, y por consiguiente, su perduración y desarrollo en el tiempo por el momento es dudoso.

A opinión particular, este redactor suscribe la idea de que existen Derechos Humanos, que por su contenido y lo que representan para los individuos que carecen de estos, como es el ejemplo de la libertad en las personas de color, el cambio no podía esperar, se requería de una acción inmediata y de una participación intervencionista del Estado para garantizar condiciones de vida fundamentales en los grupos de la sociedad que lo necesitan, las minorías difícilmente pueden esperar a que la evolución de la mayoría les permita la inclusión en la promoción y defensa de sus Derechos, sobre todo de uno tan básico como la libertad. Ahora en el caso expuesto en México, el Derecho a la alimentación y la salud ciertamente es importantísimo, sin embargo, me parece que las imposiciones legislativas de poco servirán en el constante desarrollo del Derecho Humano en la materia, tenemos que entender que el proceso de desarrollo efectivo de Derechos Humanos capaz de perdurar en el tiempo de manera armoniosa y que genera condiciones de optimización futuras, es sin lugar a dudas, la promoción y defensa de Derechos Humanos desde la sociedad. La tarea de la ciudadanía es la conquista y constante desarrollo de Derechos Humanos que nos permitan, como lo han hecho hasta el día de hoy, vivir en el mejor momento de la historia humana, la tarea del Estado es acompañar a la sociedad en este proceso, es decir, la iniciativa debe ser de la sociedad, su consolidación es un trabajo en conjunto Sociedad-Estado.

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