por Jesus Emmanuel Vargas Manriquez
Por
las noches, en soledad y en compañía, con los ojos cerrados o con los ojos
abiertos, se fantasea de una manera ingenua, contemplando las bellezas que solo
la luna logra iluminar; encantados por las sombras y las siluetas; así, sin
apartarnos del contorno, vamos, en silencio, agitando nuestro ejército de
pasiones y buscamos el dominio de esas imágenes.
Algunos
se atreven a revelar esos goces e invitan a probar, a conocer, pues saben que,
a quienes les relatan, en el primer contacto, renacerán y fijarán sus miradas, así como un
fiel a su amada.
Triunfando, en ocasiones, la invitación, se atreven y al galope del licor, pues ha sido importante factor, se desenvuelven y al primer vistazo, descubren la metamorfosis del deseo y del beso.
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